sábado, 29 de noviembre de 2008

Como dos extraños...

Buenos Aires.- Como diría mi buen amigo el R, "tango que me hiciste mal":

Me acobardó la soledad
Y el miedo enorme de morir lejos de ti
Qué ganas tuve de llorar
Sintiendo junto a mí
La burla de la realidad

Y el corazón me suplicó que te buscara
Y que le diera su querer
Me lo pedía el corazón
Y entonces te busqué
creyéndote mi salvación.

Y ahora que estoy frente a ti
Parecemos, ya ves,
Dos extraños
Lección que por fin aprendí
Como cambian las cosas, los años
Al escucharte fríamente conversar
Fue tan distinto nuestro amor
Y duele comprobar que todo
Todo terminó
Qué gran error
volverte a ver
Para llevarme destrozado el corazón

Son mil fantasmas al volver
Burlándose de mí
Las horas de ese muerto ayer
Angustia de saber muerta ya
La ilusión y la fe
Perdón si me ves lagrimear
Los recuerdos me han hecho mal

miércoles, 12 de noviembre de 2008

¿Camino a la regularidad?

Buenos Aires.- Leyendo las páginas de internet de deportes en México y los diversos análisis sobre lo que acontece en el futbol mexicano en nuestros días, un tema recurrente es el nivel de competencia de la liga local, considerada una de las mejores del continente y la que mejor retribuye en el aspecto económico.

Cuando muchos se siguen explicando los porqués de que Estados Unidos sea el nuevo gigante de la Concacaf, que la selección mexicana siga mostrando tumbos, esté quien esté en la banca, y que la cantidad de dinero que se invierte es inversamente proporcional a los resultados obtenidos, con el riesgo y la angustia de no ir al Mundial 2010, se debe analizar entonces qué pasa en la mecánica que hay detrás.

Podríamos concluir desde ya, si es que quisiéramos una respuesta rápida e inmediata, con fundamentos tan trillados como concientizar a los clubes de que es necesario formar más jugadores en fuerzas básicas, que hace falta un cambio en el sistema de competencia donde no haya liguilla y el campeón se decida por puntos o que regresen los torneos largos para que, supuestamente, haya más paciencia en los proyectos deportivos.

También podemos justificar y exigir, que de una vez por todas se terminen los centros de poder dentro de la Federación Mexicana de Futbol, que como mal común en el país, se concentra sólo en unos cuantos la fuerza económica. Y que acaben los "pactos" en donde los jugadores puedan ser libres de moverse al equipo que se le antoje y se les da una mínima porción de dignidad.

Todas las razones anteriores, harto analizadas y difundidas, son válidas. Parece un cuento de nunca acabar. Pero a pesar de los obstáculos y de las piedras en el camino, ¿Alguien acaso ha pensado en la palabra "organización"?

¿Quiénes son los pocos casos históricos que pueden presumir de una tenue regularidad a pesar de las tempestades?

Me remontó a los finales de la década de los noventa y principios del nuevo siglo, en específico al Toluca. Rafael Lebrija tomó la presidencia del equipo y comenzó una época dorada donde los "Diablos" lograron cinco títulos de liga con tres técnicos diferentes, teniendo como estandarte a José Saturnino Cardozo. Está claro que el directivo llevaba las riendas al cien por ciento, con el aval de los dueños del conjunto y los resultados no tardaron en aparecer.

En Pachuca, a partir de 1994 y pese a que no dio frutos sino hasta años después, se comenzó en una estructura deportiva importante con escuelas propias, visores de futbolistas en todo el país y un seguimiento diseñado de ambas categorías. Antes de la época de cosechar, el club sufrió dos descensos hasta que en 1999, bajo el mando de Javier Aguirre, consiguieron el primero de cinco títulos de liga en ocho años, además de competencias internacionales entre ellas, la Copa Sudamericana 2006.

Andrés Fassi fue el hombre que estuvo al frente de ese proyecto, alabado por el presidente Jesús Martínez que siempre se ha mantenido cerca. Fueron hasta hace poco noticia de primera plana porque cuentan hasta con una Universidad y se dice que ahora, la ambición y sus éxitos los podrían llevar al manejo directivo de la selección mexicana.

El caso más reciente a destacar, por polémico que sea, es Jorge Vergara con Chivas. El club más popular del país, que se volvió Sociedad Anónima desde 2001, tuvo un proyecto gerencial a cargo de Juan José Frangie, quien ahora ya no está en el club. Siendo nuevo en el ambiente y teniendo una visión fresca y a la vez empresarial, Vergara propuso en el aspecto deportivo una inyección a las fuerzas básicas para generar jugadores, no depender de otros equipos y de otra clase de negociadores, y seguramente, también en reducir gastos a la nómina.

En ese sentido, Chivas saldo parte de las deudas de la administración anterior, tuvo un proyecto mercadológico más viable y lo más importante de todo, como en los tiempos del llamado "Campeonísimo", es que ha sido el equipo que más jugadores ha generado para la selección mexicana desde entonces. Frangie fue el hombre clave en este proyecto al estar al pendiente de todo el proceso y del cumplimiento de los objetivos, aunque un sólo título de liga en siete años parece aún paupérrimo para los aficionados del llamado "Rebaño", que siempre quieren verlo como el más grande.

En contraparte, me preguntaría qué han hecho América, Cruz Azul y Pumas al respecto, cuando pasan temporadas y no hay títulos que los consagren. Y por qué Monterrey y Tigres siguen presumiendo de su abundancia económica y sus aficionados fieles, pero no de títulos, de ídolos y de escribir recuerdos más gratos sobre la cancha que sobre la mesa.

Entendiendo que en el futbol de México como en los demás países, se piensa en el negocio rápido que puede generar un equipo, una competencia o una selección, ¿por qué no se planea al cien por ciento defender una idea, un proyecto? Sin meternos en el dilema de qué sería lo más justo para cada quien, ¿No valdría la pena hacer el pequeño esfuerzo de plantearse un objetivo y tener a alguien que lo construyera día con día, sabiendo que no todo en la vida es simplemente dinero?

Espero con temores y con reservas, por lo menos en el caso del futbol mexicano, que esto no se entienda demasiado tarde.