domingo, 11 de octubre de 2009

Euforia futbolística


Pasó la tormenta, pasó el pesimismo. La selección mexicana se clasificó al Mundial de Sudáfrica y desató de nueva cuenta la fiesta de miles de aficionados que en un momento de la eliminatoria no lograban entender el paso de un equipo que no tenía ideas ni rumbo.

México está en el mundial, más apegado al estilo Javier Aguirre, con garra, con fuerza, con tamaños (por no querer decir "huevos") que al buen futbol. Pero bueno, se está calificado y eso es lo importante.

El partido de este sábado ante El Salvador en el Azteca, se sabía que México era difícil, casi imposible, que no ganara. Y eso pasó. El primer tiempo fue hasta aburrido ver como la selección hacía lo que quería, y hasta lo que no quería, con un rival sin sistema de juego y sin fuerza, siquiera para tirar una patada o intentar bajar de ritmo a un jugador.

En el segundo tiempo, México decidió cerrar la fiesta con tres goles y el lujo de ver a dos jugadores mayores de 35 años (Blanco y Palencia) lograr dos de esas anotaciones. Misión cumplida.

Me pregunto ahora, ¿qué es lo importante de ir a un mundial? ¿Qué es lo que importa a la hora que el aficionado viaja miles de kilómetros y ve a una "selección nacional"? ¿Se conforma con muy poco, y paga sólo por tomarse unas "chelas" y festejar un triunfo? ¿Le interesa realmente ver a un equipo que juegue bien y que trascienda?

Eso quizá no sea problema del aficionado, sino de la selección misma. El "tricolor" (no se porqué, pero nunca me ha convencido del todo esa palabra) es una marca que mueve muchos millones de pesos, de dólares, de aficionados, de proyectos, de opciones de trabajo, de esperanzas, de ganas de festejar y de creer que las cosas van a salir mejor. ¿Hacia dónde?

Jugando en el área más pobre del planeta, calificando fácilmente incluso cuando no se puede estar y jugar peor. ¿Hay opciones de ir para adelante?

Que no se malentienda, ni se tache de pesimismo. Que bueno que México califico. Incluso, con todo el ambiente complicado que hubo en algún momento, me da gusto que se haya revertido la situación y cómo se hizo. Habla un aficionado que pide más y que tiene la esperanza de que no se repita, en Sudáfrica o en donde sea, la historia de cada cuatro años. Y por todos los que, de alguna manera, siguen a esta selección de manera ciega y noble.

viernes, 10 de julio de 2009

Pesimismo extremo



México DF. La llamada "Ciudad de los Palacios" ha pasado ya la primera prueba de la influenza/gripe A. Tras 17 días de incertidumbre entre abril y mayo, la capital mexicana respira, por ahora, cuando el mundo sufre de angustia porque no hay una respuesta a la pandemia y sus consecuencias en el día a día.

La atención y el debate popular en México adquiere otros vientos malignos, provocados por las pasadas elecciones legislativas. El pasado vuelve, cargado de culpa e incertidumbre, porque el legendario PRI tendrá de nuevo la mayoría en el congreso. Las preguntas en el aire son continuas "¿qué hicimos para merecerlo?" "¿71 años en el poder y no aprendimos nada?". Para colmo, ver por la TV a la peor selección mexicana de fútbol de la historia ha ocasionado otros virus violentos, cargados de pesimismo: o nos morimos de gripe en cualquier momento o quedamos fuera del mundial 2010. Peor pensamiento para lo que queda del año, imposible.

miércoles, 27 de mayo de 2009

Todo por buen futbol


Justo cuando parece que el "exitismo" tiende a invadir en mayor forma las canchas de futbol, faltándole al respeto al espectador con esquemas defensivos, mezquinos y mañosos, apareció el Barcelona versión 2009: Campeón Copa del Rey, liga española y Champions.

Este Barcelona es una pequeña esperanza para todos aquellos que todavía defienden el futbol amable y bien jugado, llámese "bonito", "espectacular", "lìrico" o "romántico", entre otros apelativos que se tienden a usar, ya sea para enaltercerlo o menospreciarlo.

Con la misión de llegar a territorio enemigo siendo dueño de la pelota, tocándola a ras de pasto con pulcritud, aprovechando cada centímetro del terreno de juego a lo largo y a lo ancho, y con eficacia en el manejo del ritmo de juego que sólo te lo da la técnica, el equipo de Josep Guardiola podría ser un referente para recuperar los principios y valores que hicieron del futbol el deporte espectáculo que mueve a millones de personas.

El debate parece ser trivial y universal. Jugar bien o ganar. La tendencia de asegurar el resultado en cada partido, que ha prevalecido durante los últimos tiempos, tiene que ver con meter a jugadores únicamente para defender o romper jugadas del contrario, el uso excesivo del pelotazo o pase largo, la búsqueda de la velocidad sin freno y del delantero solitario que tiene que pensar en una fracción de segundo cómo va a meter el balón a la portería. Ese ha sido el destino, convertido en método, de algunos entrenadores que viven bajo la consigna del ganar "como sea".

Puede ser cuestión de gustos y de ideas. Pero quién puede ser capaz de quitarle al futbol su identidad como juego de expresión, en donde el toque de la pelota, la emoción y la chispa el realizar un amague o gambeta y la adrenalina de ver a tu equipo como protagonista de un partido valga menos que un simple resultado.

Las tendencias se contraponen en todo el mundo. Argentina la hizo pública y especial con el menottismo vs bilardismo. Sin embargo, cada quien ha establecido su criterio futbolístico de acuerdo al resultado y a su propia experiencia. La garra, la fuerza y la determinación son virtudes innegables dentro de este deporte, pero hay ocasiones que con sólo eso no alcanza.

Barcelona demuestra el valor y la integridad de ser un gran equipo, destacando por sobre todos los demás por su forma de juego. La forma de superar al Manchester United en Roma supone la defensa de un estilo, estandarte de la cultura de un club que se preocupa por el desarrollo humano y por satisfacer a sus aficionados que hoy festejan la grandeza de ser el mejor.

Quiero creer que esos valores se pueden recuperar. Toda proporción guardada, hoy en Argentina se voltea a ver a Huracán y todos aplauden: "por lo bien que está jugando, por el trato que le da a la pelota y porque es ganador. Merece un título". Y en México, desde hace tiempo, se admira al Pachuca por ser una "institución ejemplar" y porque el equipo juega con buen toque y defiende un estilo atrevido y dinámico. "Está a otro nivel", dicen conocidos y rivales que lo han visto ganar varios títulos durante los últimos 10 años.

La euforia hoy es por ver a un Barcelona campeón de todo y aparte, espectacular. Jorge Valdano dice que en el futbol actual, los entrenadores sólo tienen la razón cuando va acompañada de los resultados. Pues bien, que la razón siga de lado de ese sentimiento que da la satisfacción y la gloria.

jueves, 14 de mayo de 2009

domingo, 22 de marzo de 2009

¿Nos queda orgullo?


Buenos Aires.- Qué tristeza. Qué decepción. Veo a la distancia el partido entre América y Pumas, y un reflejo del porqué el futbol mexicano ha sido blanco de críticas durante los últimos meses.

Cuarenta y cinco minutos me han bastado para darme cuenta que por más que se discuta sobre incongruencias de organización, egos de directivos, problemas de jugadores, el mal necesario que son los promotores y del dominio inmisericorde de las televisoras, que el problema del futbol en México tiene mucho más que ver con una cuestión de actitud.

Sólo tomo un botón de las miles de cosas que pasan todos las semanas en el torneo mexicano. Esa pequeña muestra me da para preocuparme, tratándose del que en otras épocas significaba la batalla entre dos conjuntos que ideológicamente chocan por el origen de sus creencias y su esencia por tratar de ser mejor que el otro.

Pumas-América tiene una historia rica en anécdotas, desde la década de los setenta hasta aquella polémica final en Querétaro en 1985 y el título auriazul de 1991. El odio deportivo y la antipatía de ambas aficiones siempre inspiraron el deseo de que el otro equipo saliera a la cancha a terminar con el rival y sacara el orgullo por delante.

Este partido llegó incluso a despertar más ruido que un América-Chivas o un América- Cruz Azul, duelos que parecen haberse quedado en el tiempo como un simple paseo por el parque. Los “felinos” y las “águilas” se convirtieron en los dos únicos que sacaban las garras cuando se tenían enfrente, en medio de la apatía y falta de competencia de los últimos tiempos donde se ha bastardeado el nombre de “Clásico”.

Hoy, sin embargo, no veo nada. Independientemente del mal, regular, bueno o no buen-momento, que se yo, que pasan ambos equipos, ¿el orgullo se terminó?

Hoy sólo veo sobre la cancha dos equipos que se cuidan demasiado, que se respetan como dos compañeros de cuadra que se juegan una “cascarita” de todos los días, que no les importa ser superior al rival y pelear cada jugada con determinación, y mejor ni hablemos de un buen trato a la pelota. Si bien es cierto que los actuales entrenadores de estos equipos no son precisamente un ejemplo de arriesgar un poco para ir hacia el frente, parece que se les olvidó lo que este partido representa y por eso, es triste ver un enorme hueco en el Estadio Azteca que apenas está a la mitad de su capacidad. Antes, ni pensarlo.

Si eso pasa en partidos como este: ¿Qué clase de espectáculo pretende mostrar el futbol mexicano? ¿Qué calidad de juego nos intentan vender? ¿Cómo se le puede exigir deseo y coraje a una selección mexicana y seguir creyéndose el “Gigante de la Concacaf”, si lo que se aporta en casa no alcanza ni siquiera para satisfacer su propia identidad? ¿Qué cosa estamos defendiendo?

No basta con inundarnos todos los días con notas escandalosas sobre directivos, televisoras y medios en general. Sobre el qué se hizo y no se hizo, y quién es el culpable. Si no tenemos orgullo, no tenemos nada. Si sobre la cancha no hay calidad ni actitud para hacer mejor las cosas y defender una idea, de qué nos sirve discutir.

martes, 3 de marzo de 2009

Diego + 11


Buenos Aires.- De la frustración a la esperanza. Cada quien pone sus fichas. A pesar de que para él no hay amistosos, Diego Maradona está a punto de comenzar en serio, su etapa al frente de la selección albiceleste cuando el 28 de marzo reciban a Venezuela en las eliminatorias del mundial 2010.


Si bien es cierto que desde estas tierras, la mayoría de los hinchas aprobó su designación como algo que el destino iba a poner tarde o temprano, durante los primeros días posterioras a la noticia, rondaba por la cabeza de los argentinos la duda sobre si la decisión era acertada o tan sólo el resultado de la pasión por el hombre que más significado dio al fútbol (sí, otra vez con acento) de este país.


Los que más cuestionan su llegada recuerdan los incipientes pasos de un Maradona entrenador, que estando suspendido tras el escándalo por el mundial 1994 por el famoso doping, se aventuró a dirigir a Mandiyú, equipo al que por poco lo envía a la llamada División de Ascenso. No obstante el mal recuerdo, posteriormente tiene la labor de dirigir por unos partidos al Racing de Avellaneda, equipo con el que no dejó ni siquiera comentarios para discutir.


Como mexicano que vive en la Argentina, al autor de este blog le cuesta trabajo creer cómo un mito como el Diego puede de repente ser tan denostado. Cansado de escuchar si es o no “un ejemplo para la juventud”, “es muy sobrevalorado como símbolo nacional, no como futbolista”, el rol o el papel de Maradona al frente a un equipo que siguen todos, se convierte en una mecha para todos aquellos que buscan cualquier clase de sensacionalismo. Como en el caso de Charly Garcia, hay que hacer persecusión para cuestionar y sólo así se busca la noticia, no importa si se trata de un hombre que está tratando de darle un giro a su vida.


Para nadie es un secreto que en los últimos años, Maradona ha luchado contra su propia imagen para salir adelante. Ni siquiera cuando hace no mucho aparecía en TV, sorprendentemente delgado y sonriendo ante la cámara con sus invitados, podría uno imaginarse que llegaría a tomar las riendas de la selección argentina. Pero la ilusión le fue creciendo por dentro y eso, al parecer le ha dado fuerza para recuperarse.


Ahora, parece que el ambiente es benigno, las aguas se perfilan a su favor. Incluso, que todo le sale bien. Que al mismo tiempo que llega al timón de la albiceleste, aparezca un “nuevo Maradona”, el que más se le parece, refiriéndome a Lionel Messi y que su hija Giannina sea nota de ocho columnas por tener un hijo con el también mediático Sergio Agüero. Todos celebran, al mismo tiempo que comienzan a hacer sus conjeturas. El salvador y el héroe del campeón del 86 ha encontrado de nuevo su lugar, con millónes de dólares y espacios de publicidad de por medio, por aquellos lugares en donde se presenta.


El autor de este blog confiesa también sus dudas que un principio le generó la noticia, con todo y la admiración que le ha tenido a ese hombre que lo vio relativamente cerca en el mundial de casa. Viendo el lamentable ejemplo que Hugo Sánchez dejo recién en la selección de México, me atreví a cuestionar y comparar a dos hombres de éxito sobre la cancha. Sólo el tiempo y las semanas me han hecho pensar que al menos en el caso argentino estoy, por ahora, frente de una historia diferente.


Maradona ha aprobado dos exámenes, aparentemente sencillos, frente a Escocia y Francia. En ambos ha puesto pasión y la motivación que recuerda al jugador que celebraba cada gol argentino, y son emociones que ha tratado de transmitir a sus elegidos. Para un enjambre de egos, se necesita uno mayor y que además, los conduzca por el mismo camino. “Si yo pasé del infierno al cielo, ¿por qué ustedes no?”, dijo de entrada el Diego a sus jugadores. Lo único preocupante es ver la cantidad de gente a su alrededor, que va a estar al pendiente de cada paso que de, como si hubiera una necesidad de cuidarlo y a la vez, de vigilarlo. Y eso va desde el presidente de la AFA, Julio Grondona, hasta el flamante y obsesivo manager de selección, el doctor Carlos Bilardo.


La hora de la verdad, como se dice comunmente, está cerca. Diego Maradona, quizá lo sepa o no, está ante el mayor reto de su vida. Toda la leyenda y el mito del jugador quedarán atrás desde ahora. Su talento y su coraje serán puestos a prueba. Que el mito crezca y que la esperanza encuentre el final deseado.

Paciencia, paciencia...

Paciencia e inspiración, es lo que pide el señor OZamo para volver a escribir...

Pronto retomaremos el camino.

Un abrazo.