domingo, 29 de mayo de 2011

Orgullo y gloria



Hay momentos en donde la vida te da y te quita cosas. Periodos de tiempo donde te arrebata la tranquilidad y te pone al límite. En esta semana he querido reír, llorar, gritar, he contenido el aliento, ya que mi enojo y mis emociones a veces rebasan la cordura y rayan en la locura. Entonces, lo que más importa se reduce a lo mínimo y las cosas pueden perder su sentido.

Por ello, la necesidad de encontrar un bálsamo ante tanta sensación explosiva me permite ver las cosas desde la subjetividad. Y justo en ese trance, aparecen Pumas y Barcelona, para devolverme gran parte de esa motivación, sobre aquello que vale la pena escribir, precisar, comentar, criticar. Regresar a esa parte del futbol que más te mueve y más te identifica.

Han pasado ya seis días de la coronación en CU. Las esperanzas de que Pumas levantará el trofeo una vez más estaban intactas. Los de Memo Vázquez defienden las formas de toda una temporada y dominan en el comienzo. Llega la primera jugada dudosa es una falta dentro del área. Convierte Palencia en gol y se abre el marcador.

Morelia toma la pelota y no la presta durante un buen periodo de tiempo. Penalti que sí es y que no es. Silencio en CU. Otra pena máxima que no es y que sí es. Cosas del futbol. El visitante empata y sí, hay que decirlo, es mejor sobre el campo.

El complemento es una vía de recuperación para el local. La cantera se luce y se adueña de la pelota. Las cosas parecen regresar a su cauce. Pero Morelia no se rinde y da dos avisos casi mortales. Sin embargo, un espacio, una genialidad de Javier Cortés, digna de dar la vuelta al mundo y el gol que marca la coronación de un equipo que fue mejor toda la temporada, que nunca se traicionó en los momentos más importantes, ni siquiera en el terror de verse superado.

De ahí a Wembley. El drama de los cuatro partidos ante Real Madrid quedó atrás. Barcelona va por su historia frente a uno de los mejores equipos de la época. Manchester United comienza el partido con vértigo, aprieta, intenta robar los primeros minutos, pero no saca renta.

Pero sólo era cuestión de minutos, y también de pases. El equipo de Guardiola toma el control de las cosas y el guión se repite. Ya lo hemos visto. Iniesta, Xavi, Messi, tic, tac, tic, tac, llegada al área. La portería rival se salva en dos ocasiones y el partido cambia.

Cuando el espacio se abre y cae el primero. Pedro- vía- Xavi. Un gol que reflejaba ya las distancias entre uno y otro, y parece que no hay dudas en el campo. Incluso, cuando minutos después Ryan Giggs recibe un dudoso balón en el área y se la da Wayne Rooney que le pega de gran forma para empatar. Un premio grande para alguien que estaba recibiendo golpe tras golpe

El complemento siguió la tónica y lo demás fue consecuencia. El tic-tac se interrumpe porque Messi aparece eludiendo rivales y ante una zaga que no hace más que contemplarlo, el argentino le pega de gran forma. 2-1. No hay respuesta para ello.

El encuentro da para que aparezcan los fantasmas. Y esta vez no hablamos de Iniesta. Tras dos salvadas de Edwin Van der Sar, un apagado David Villa se presenta como participe del abrumador ritmo de sus compañeros, y en un recurso de auténtico crack, pone la pelota en el ángulo para el 3-1 definitivo. No hubo para más. La mayoría se alegró, la minoría ardía de envidia y de coraje. Pero Barcelona ha escrito una página histórica, retocada con su futbol y engrandecida por sus hazañas en el campo y su superioridad manifiesta.

Suena descabellado comparar a Pumas con el Barcelona. Pero justo esta semana, los dos equipos que más despiertan sensaciones en el autor de este blog, salen y demuestran que el orgullo, la dignidad y el estilo no se puede perder, muchos menos vender, por tres pesos. Por eso, lo demás sale sobrando.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Cuando el cuento terminó...


Y colorín, colorado. Terminó la maratón Barcelona vs Real Madrid. Podrán seguir las lágrimas de los merengues y decir cualquier cosa: que si los árbitros, que si la mafia que es la UEFA, que si todos están en contra. Pero a fin de cuentas, el conjunto de Chamartín perdió algo más que una semifinal de Champions, la dignidad y la clase.

Estos cuatro partidos, con toda la parafernalia que nos vendieron, quedaron a deber en cuanto a nivel futbolístico. Cuatro duelos frente al mismo rival en un periodo de 18 días, es demasiado. Vivimos tiempos en donde ganar es lo único que vale, sin importar a qué precio. Y los dos terminaron a matarse, a arrancarse las entrañas. Y en ese sentido, pese a todas las acusaciones, resultado de la frustración de sentirse derrotado, el Real Madrid salió peor parado.

El Barcelona fue mejor porque no perdió el estilo, pese a que hubo circunstancias que lo pudieron haber obligado a ello. Si tuviéramos que apuntarles un pecado, tendría que ser ese, el haberse enganchado de tú a tú en un pleito dentro y fuera de la cancha donde el rival quería sobrevivir a base de uñas y dientes. Eso hizo que viéramos, por momentos, la peor versión blaugrana de los últimos tres años.

El partido de vuelta de la Champions en el Camp Nou nos dejó varias cosas. ¿Qué con este equipo el Real Madrid puede atacar a su acérrimo rival e ir al frente? Sí. Pero que también, jugándole así, de igual a igual, sin experimentos raros como el trivote o sin un perro de presa cuidándole las espaldas a Lionel Messi llamado Pepe, el Barcelona sigue imponiendo condiciones.

El resultado de un sólo partido puede ser circunstancial. Mientras los merengues siguen ( y creo que seguirán) discutiendo el gol anulado a Gonzalo Higuaín, habría que ver más allá de la mera acción o error arbitral. Barcelona, durante el primer tiempo jugó con la necesidad del rival, tuvo su acostumbrada y abrumadora posesión de la pelota, generó siete disparos al arco rival y, gracias San Iker Casillas, el conjunto madridista no se llevó en ese primer periodo una goleada de escándalo como la de hace algunos meses. ¿Cuántos disparos tuvo el Madrid en ese primer lapso? Ninguno. En el saldo al término del partido, pese a todo, la cosa no cambió mucho: 12 del local, TRES del visitante.

Con la obligación de atacar y buscar goles, el Real Madrid no se guardó nada para la vuelta. Salvo el disminuido Kaká, que comenzó el partido en lugar de Mesut Ozil, presentaron su mejor arsenal ofensivo. Estaban ahí Cristiano Ronaldo, Di Maria, e Higuaín que también entró por Benzema. Y aún así, los de Mourinho impusieron un inusual récord de faltas cometidas en un sólo partido, con 31. Algunos dirán que el Barcelona fingió esas acciones o al menos la mayoría, pero 31 son demasiadas. En fin, datos para los amantes de la estadística.

Terminó pues, el maratón Barcelona vs Real Madrid, y hay dudas por ambas partes. La continuidad de los técnicos, en veremos. De lado catalán, pese a tener prácticamente amarrada una nueva liga y la posibilidad latente de ganar una nueva Champions League, Joseph Guardiola parece no encontrar en el actual presidente del club, Sandro Rosell, la química y el hambre necesarias para seguir con el proyecto. Y en Madrid, pese a algunas indignadas voces (no todas) que piden la salida de José Mourinho, por todo lo que ha pasado, el mito puede más que la substancia, y su permanencia dependerá de qué tanto puedan ofrecer ambas partes, tanto la directiva como el entrenador. Sólo el corto tiempo pondrá a cada uno en su lugar y podemos pensar en el futuro.