martes, 9 de junio de 2020

La Liga de la Cuarentena



Han pasado casi tres meses de un periodo de aislamiento, que parece, no tiene fin.

            Hoy, el mundo se debate entre la indefinición de salir a la calle a buscar la vida, o seguir encerrado para conservarse sano, esperando un milagro y volver a la ansiada “normalidad”.

            El deporte no ha sido ajeno a este fenómeno. Hemos visto la postergación de torneos profesionales, Juegos Olímpicos que han perdido su nombre y su número por causas ajenas a la guerra, y competencias cuyo destino está en las manos del llamado “semáforo verde”, al menos en México.

            Así está la Liga MX, que en este periodo de “cuarentena” ha tenido más cambios que en años anteriores y ha levantado más polémica (sí, aun más) porque cada vez deja más dudas, y pierde credibilidad en su rumbo, estabilidad, organización y toma de decisiones.

            Terminar de tajo con el torneo Clausura 2020 después de 10 jornadas fue quizá la noticia menos grave entre las que se han dado a conocer como cascada durante las últimas semanas. 

            En un futbol donde se ha perdido la capacidad de asombro, Monarcas abandonó Morelia para irse a Mazatlán, Sinaloa, un estado donde han nacido figuras nacionales como Jared Borgetti, Omar Bravo y Francisco Rodríguez, pero donde el beisbol acapara el gusto de los aficionados.

            Una noticia que no debería sorprendernos si tomamos en cuenta que a diferencia de la mayor parte del mundo futbolístico, en México los equipos de futbol se mueven como franquicias y no como clubes, con el riesgo de venderse al mejor postor y sin importar un comino si hay arraigo en las plazas donde juegan o el aficionado es tomado en cuenta.

            Previo al cambio de equipo más brusco de los últimos tiempos, la Liga decidió terminar con el Ascenso/Descenso del futbol mexicano. La división de Ascenso en cualquiera de sus nombres siempre fue un espacio abandonado, echado a su propia suerte y las consecuencias de su poca solidez terminaron por desaparecerla de manera vergonzosa.

            Cualquier competencia que se presuma competitiva no puede perder un torneo que significa el alivio y la gloria para unos, y la angustia y el llanto para otros, instrumentos necesarios para alimentar la pasión del deporte. 

Es difícil pensar que en países como Inglaterra, Alemania, España o Italia sucedan rompimientos tan bruscos a la primera crisis y se deshagan de una división tan necesaria, donde siempre habrá ganadores y perdedores. Y donde subir y bajar siempre será la esencia del futbol mismo y no solamente proteger un negocio.

            Seguramente vendrán otros cambios de equipos y al reglamento, porque el futbol mexicano es así. Se ha mal acostumbrado a darle poca importancia al hecho de que el equipo favorito juegue mejor o peor cada semana, si sale campeón en el lugar 8, 10 o 12, o si produce jugadores y se les da continuidad para su crecimiento. Lo que importa es ganar, y si es fuera de la cancha, mejor aún. Y si con eso le das gusto a todos, que así sea.

            El aislamiento social continúa con su paso vertiginoso. Y mientras unos siguen luchando para librarse del virus, otros continúan pensando cómo crear nuevos síntomas para alargar la pandemia futbolística.

            Ojalá y el destino no nos alcance en el 2022 y que no tengamos que aprender la lección por enésima vez.

            

            

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